LOS SALINEROS DEL CARIBE... Por Fidel Villanueva

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Introducción

Fueron las salinas de Isla Mujeres, por siglos, un referente del lugar por la excelente producción que del mineral se obtenía en sus cuencas.
Contaba Petronilo Martínez Sabido, que los isleños de la primera mitad del siglo XX nunca pensaron que un día la sal dejaría ser parte de su idiosincrasia, porque desde la fundación del poblado en 1850, la existencia de sal en la ínsula fue un factor que alentó el arraigo de los migrantes, tanto nacionales como extranjeros.

Pero aquellos fundadores no fueron los primeros en explotar el mineral. Mil años atrás, los mayas de la costa oriental de la península sustentaron su comercio de intercambio con sus semejantes del Golfo de México, y particularmente el de Honduras en la sal, dado que al sur de Isla Mujeres no existía este producto natural, tan necesario para los mayas, pues no sólo lo utilizaban para conservar carnes de animales de mar y selva; les servía particularmente en medicina, y para sus rituales religiosos.
Para obtener buenas cosechas de sal los mayas ofrendaban a la diosa Ixchel, a la que le erigieron un santuario en Isla Mujeres, el cual se ubicaba donde hoy están los vestigios de la Hacienda Vista Alegre de Fermín Mundaca y Marecheaga.
Por los ídolos-ofrenda que con forma de mujer encontraron los españoles en 1517, la ínsula fue bautizada con el nombre con el que la conocemos. Luego de ese año, a pesar de que los mayas buscaron el refugio de las selvas para evitar ser esclavizados, Isla Mujeres fue frecuentada por pescadores estacionales que aprovecharon la sal para sus actividades.
A partir de 1850 los pobladores del lugar debieron enfrentar la ambición de notables políticos yucatecos que lograron la propiedad o concesión de “las charcas de sal de Isla Mujeres”. En 1854 el isleño Víctor Sánchez solicitó al gobernador de Yucatán le concediera el usufructo de las salinas, dada su importancia para el desarrollo del nuevo poblado. Encontramos sus cartas, con firmas de apoyo a su petición, más al parecer, no hubo respuesta a las mismas. Entre las firmas está la de Fermín Mundaca, quien a la usanza de su tierra, se sirvió de la sal isleña y los abundantes mangles para curtir pieles diversas que exportaba a Cuba, de la cual fue Agente Comercial en este lugar.
De cualquier manera, los fundadores siguieron explotando el mineral, hasta los años sesenta del siglo XX, cuando la instalación del servicio de energía eléctrica fue suficiente para contar con una congeladora de mariscos y fábrica de hielo propiedad de Romeo Magaña Carrillo.
Pocos años después, las salinas quedaron en el recuerdo de los isleños. Al construirse la carretera perimetral oeste los pasos decantadores de aguas pluviales y marinas fueron cegados. La carretera era necesaria para comunicar los balnearios y restaurantes que el turismo comenzó a poner de moda, dado que antes, ir de un extremo al otro de la pequeña isla se hacía por la carretera perimetral oriente.
Al embalsarse las aguas vino el problema de las inundaciones, y especialmente la generación de malos olores (gas metano), por descomposición de las aguas salinas mezcladas con las de lluvia, que estancadas, no tenían posibilidad de completar su ciclo o camino hacia el mar.
Varios fueron los proyectos que se plantearon entre 1986 y el año 1992, año en que se definió como alternativa de solución el saneamiento y la reconexión de las lagunas salinas al mar…como estuvieron antes. En la atención del problema interactuaron tanto el gobierno municipal, como el federal a través de la Comisión Nacional del Agua, y el estatal vía la Comisión de Agua Potable y Alcantarillado, que fue la dependencia que mayor participación tuvo. La Administración Portuaria Integral (API), y el gobierno municipal aportaron recursos, entre 1998 y 99, para construir el malecón que conocemos.
La última obra realizada fue para atender las inundaciones que provoca el embalse de las aguas de lluvia y se inauguró hace apenas unos meses. Consistió en un sistema de bombeo para mantener los niveles dentro de parámetros normales. La reconexión al mar seguirá esperando, así como el saneamiento de las salinas Chica y Aeropuerto. Hoy la obtención de sal ha quedado descartada para siempre, quedando en el anecdotario su aportación a la economía local. Como ejemplo de lo importante que fueron las salinas para los isleños leamos sobre:

Una fugaz cooperativa

De los esfuerzos de los nativos del lugar por organizarse para explotar la sal, hay entre otras constancias el que se realizó durante el gobierno del Gral. Rafael E. Melgar, de tan gratos recuerdos por haber sido el que logró consolidar a  Quintana Roo como entidad federativa.
Me refiero a la:

“SOCIEDAD COOPERATIVA DE PRODUCCIÓN SALINERA “SALINEROS DEL CARIBE”

Que el 20 de febrero de 1940, por oficio, la Secretaría de la Economía Nacional reconoció, avalando sus actividades que eran las de: “explotación colectiva de las reservas nacionales salineras de Isla Mujeres de conformidad con los contratos concesiones que le otorgue el Departamento de Minas de la Sría. de la Economía Nacional”
Como entre los socios fundadores había hasta extranjeros, el 22 de marzo de 1940, el Oficial Mayor de la Secretaría de Relaciones exteriores certificó que había recibido un oficio del Sr. Félix Martínez, de Isla Mujeres, solicitando a esa secretaría que, conforme a derecho, autorizara se insertara en las Bases Constitutivas de la Sociedad Cooperativa de Salineros de Isla Mujeres la siguiente cláusula:

“Todo extranjero que, en el acto de la constitución o en cualquier tiempo ulterior, adquiriera un interés o participación social en la sociedad, se considerará por ese simple hecho como mexicano respecto de uno y otra, y se entenderá que conviene en no invocar la protección de su Gobierno, bajo la pena, en caso de faltar a su convenio, de perder dicho interés o participación en beneficio de la nación mexicana”.

Lo cual autorizó dicha Secretaría el día 22 de marzo citado.
El acta constitutiva de la sociedad salinera es de fecha 21 de febrero de 1940, y los fundadores de la cooperativa fueron los señores:

Leocadio Nájera                     Demetrio Paz                         Matías Martínez
Pedro Rodríguez                    Clemente Pacheco                  Benjamín Celis
Ángel Burgos                         Manuel Velázquez                 Manuel Salas
Anselmo Celis                       Cristóbal Paz G.                    Regino Góngora
Ceferino Nájera                      Félix Martínez                       Reinaldo Castro
José Figueroa                         Bernardino Paz                      Mauro Velázquez
Fabián Magaña                      Artemio Pastrana                   Buenaventura Delgado
Miguel Magaña                      Isaías Ávila                            José Delgado P.
Andrés Miranda                    Hilario Skumpurdis               Francisco Pacheco
Cándido Paz                          Luciano Paz                           Toribio Povedano
Ausencio Magaña                  José del Carmen Galué          Gilberto Galué
Agapito Magaña                    Carlos Magaña                       Víctor Figueroa
Luciano Choc                        

Fueron en total 37 socios fundadores, los cuales aportaron un peso cada uno, a cuenta de un certificado con valor de 10, mismo que cubrirían por completo en el término de un año.                                                                                                                                                                                                                                                                           Los socios podían adquirir los certificados que quisieran pero sólo podrían tener un voto.
La primera directiva estuvo compuesta por las siguientes personas:

Félix Martínez.                      Presidente del Consejo de Administración
Mauro Velázquez.                 Secretario
Cándido Paz                          Tesorero
Pedro Rodríguez                    Vocal
Agapito Magaña                    Presidente del Consejo de Vigilancia
Ignacio Pacheco                     Secretario

El 21 de febrero de 1940, Ausencio Magaña, en su calidad de Delegado de Gobierno certificó que las firmas contenidas en las bases Constitutivas fueron puestas en su presencia. Las oficinas de la Cooperativa se instalaron en la Calle 18, lote No. 32 de la isla.
El objetivo de la sociedad era explotar colectivamente las salinas y comercializar la producción “en las zonas de concurrencia que fije el Departamento de Comercio de la Secretaría de la Economía Nacional.” (Cláusula 4ª. Inciso b de las Bases Constitutivas.)
Sin embargo, las cosas no marcharon como los socios esperaban porque:
El 14 de septiembre de 1948, Rosendo Baquedano Castillo, Oficial Cuarto de Agencias Generales de la Secretaría de la Economía Nacional, adscrito a la Agencia General de Mérida Yucatán, realizó una visita de inspección ordenada por la Dirección General de Fomento Cooperativado, a fin de constatar la operación de la Cooperativa de Salineros.
Al no encontrar ningún rastro de la citada cooperativa, ni identificarse alguno de los socios fundadores, procedió a levantar un acta apoyándose en un residente que se animó a responder a sus preguntas.
En la parte medular de la actuación que levantó, asentó que un vecino de la isla, el Sr. Fernando Sabido Basto, le informó que:

“la Sociedad Cooperativa Salineros del Caribe, S. C. L. hace tiempo no funciona, habiéndose desavecindado sus miembros que la integraron.”

Que al ser interrogado sobre las causas que hubieran motivado la suspensión de las actividades el Sr. Sabido Basto respondió que:

“Quienes integraban la sociedad externaban su opinión en el sentido de que no les era costeable la extracción de la sal actividad a la que se dedicaron al constituirse la Cooperativa, por (ser) exigua la producción y no contar con recursos económicos suficientes, ni mercados para sus productos, ya que las Autoridades correspondientes, según manifestaban, no les concedieron en su oportunidad, o sea al constituirse, zonas de ventas de sus productos.”

Al otro día, el Sr. Baquedano Castillo se presentó ante el C. Delegado de Gobierno de Isla Mujeres al que enteró del objeto de su presencia en la isla y le solicitó su colaboración:

“en el sentido de evitar que personas físicas o morales, ajenas a la expresada Sociedad Cooperativa, usaren o pretendieran usar el nombre de la misma, ya que no reúne los requisitos que exige la Ley en la Materia, estando prácticamente disuelta”

Francisco Cordero Núñez, a la sazón Delegado de Gobierno, estuvo de acuerdo y firmó para constancia la actuación de referencia.
Aclararé que lo testimoniado por el Sr. Sabido Basto es verdadero, aunque no en todo lo que expresó. Los socios fundadores de la cooperativa no se habían desavecindado de la isla. Solamente habían perdido interés en un negocio en el que encontraron un obstáculo insalvable: El monopolio que de la sal del norte de la península tenía desde muchos años antes la familia Roche.
Hasta hace unos años era posible entrevistar a algunos de aquellos emprendedores isleños que un día pretendieron explotar comercialmente las salinas de la isla. Todos coincidieron en que la falta de mercado, los arruinó.
Hoy, al recorrer el malecón que bordea la Salina Grande, no podemos menos que cerrar los ojos para recrear aquellas madrugadas de estío en que los isleños de ambos sexos, y de todas las edades, se introducían entre las quemantes aguas a recolectar sal. Como lo hicieron los mayas, los nativos del lugar iban formando conos o pirámides a las que luego quemaban encima palmas hasta formar una costra protectora contra las lluvias, que para mayo comenzarían a llegar.
Algunos a falta de tinas galvanizadas usaban, como los mayas, enormes conchas de tortuga para la recolecta. Apenas comenzaba a salir el sol había que retirarse para no ulcerarse la piel.
Muchos de los isleños mayores no olvidan esos años. Va para ellos este escrito. Especialmente para los descendientes de los Salineros del Caribe.

Fidel Villanueva Madrid.
Cronista Vitalicio de Isla Mujeres.
Octubre de 2011.

2 comentarios:

  1. Que bonita crónica C. Fidel . . . . que bien Carlos por reproducirla . . . ahí también aparecen nombres de mis tíos abuelos y abuelo, aquí si se nota que ellos existieron y pues tristemente se les ha omitido en otros recuerdos de nuestra primera gente de Isla . . . Saludos!!

  1. mauro humberto rodriguez velazquez dijo...:

    es bonita cronica pero creo que hubo una equivocacion en la lista de antiguos isleños y son omitidos en las celebrasiones como fundadores isleños.como mi abuelo mauro velazquez felicidades un saludo

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