EDUARDO
JUANES PEÓN
y su
Arquitectura mexicana (II)
Isla Mujeres…el paraíso
perdido
“Debo decirte que fue
la familia Ponce Rubio la que me ayudó a enamorarme de Isla Mujeres. A Pepe
Ponce lo traté desde que éramos muy jóvenes, y allá por 1951, uno de nuestros
entretenimientos era ir de cacería. Luego, en 1955 lo recuerdo tratando de
hacer un barco, algo que desde niño yo tenía como principal afición.
Era un hombre
excepcional, dotado de una inteligencia superior, pero con un mal congénito en
su sistema nervioso, que igual lo sublimaba que lo sumía en profundas
depresiones. Esa enfermedad la conocen ahora como depresión bipolar; antes le
llamaban manía depresiva. Por ello, había que trabajar con él cuando andaba a
la alta. Fue hombre de gran visión empresarial.
Como otros yucatecos
de esos tiempos, varios años de su vida los pasó en Cuba haciendo negocios, y
como muchos, al caer el régimen de Batista Pepe Ponce vendió como pudo sus
bienes ahí y se vino para México, pasando también sus buenas temporadas en los
Estados Unidos.